RELATO: Aprendiendo a vivir sin ti, mamá.

Empezaré diciendo que te quiero, que te amo sin sentirte día a día físicamente, te amo sin oler tu perfume y sin escuchar el tono de tu voz o sin conocer la dulzura de tus gestos, de tu forma de mirar, o la tranquilidad de tu respiración. Respiración que un día dejó de existir. Y por eso hoy no estás aquí. Una enfermedad se apoderó de ti, ya era tarde y te venció. Por suerte tu alma sigue existiendo y presente en la vida y en mi día a día. Pues el alma nunca muere, y un ángel como tú tampoco.

Vayamos por partes, no es fácil, una se acostumbra pero de una forma u otra eso nunca se supera, te marca. Es como si tuvieses mil rosas delante y de repente todas sus espinas de cada una de ellas penetrara en tu ser. Doloroso. ¿Verdad? Y aún sigo pensando que he puesto un ejemplo algo ligero. A diferencia; eso no es nada. 

Es cierto que una se hace fuerte;
al menos yo, es cierto que una valora todo el triple, valora el tiempo, los instantes, a las personas. Y valora la vida porque no sabes en que momento tu respiración se encontrará con la suya.

Es cierto que yo no la conocí, y que para mis hermanos, mi padre, mi familia. Las personas que convivieron y vivieron con ella todo fue muchísimo más difícil. Cada uno lo superó a su manera. Mi hermano es el que peor lo llevó, y el que lo lleva. Las espinas le acribillaron el alma. Mi hermana tuvo que espabilarse y actuar con once años como una mujer. Tener responsabilidades que no le tocaban a su edad. Pues mi padre tenía que trabajar y no podía hacerse cargo de ellos y mucho menos de mí que sólo era un bebé de 8 meses.
Cada uno de nosotros no es que hayamos aprendido a vivir sin ella, la realidad es que estás aprendiendo continuamente. Sólo te acostumbras. Tú alma es la que no quiere hacerlo.
Valorar a vuestras madres, a vuestros seres queridos, nada es eterno, ni tiene fecha. Lo que tengáis que hacer hacerlo ahora. Demostrarles vuestro amor. El tiempo nunca vuelve ni las personas con el.

Comentarios

Entradas populares